El tiempo litúrgico de la Cuaresma nos invita a la “conversión”, al cambio, a renovar nuestro proyecto de vida en la fe, el perdón y la misericordia.

 

La Iglesia católica en estos cuarenta días se prepara para la gran fiesta de la Pascua. Durante este periodo estamos llamados a arrepentirnos y a comprometernos a vivir el evangelio; a su vez, la cuaresma es una experiencia de encuentro, es volver a Dios, que nos invita a regresar a Él para volver a encontrar la alegría de ser amados. Por tal razón, retornamos a los brazos del Padre misericordioso que hace presente el amor profundo y sanador de Dios con su pueblo.

La Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna, donde reconocemos la fragilidad, la naturaleza del hombre en el pecado donde cada día, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia; realidades que son obstáculos al amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.

 

 

El papa Francisco el pasado 13 de febrero nos exhortó: No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos”. Estas palabras del obispo de Roma nos ofrecen un impulso a no desfallecer, a continuar el itinerario de la vida del creyente, a cultivar experiencias de caridad en el hogar, en la oficina, en el barrio; a vivir la penitencia y las bienaventuranzas en las obras de la fe.

No nos cansemos de orar, dice el Papa: “Jesús nos ha enseñado que es necesario orar siempre sin desanimarse”. Oramos porque necesitamos a Dios. La Cuaresma nos permita ahora experimentar el consuelo de la fe en Dios, sin el cual no podemos tener estabilidad. El arte de la oración debe ser profunda, cultivadas por la semilla de Cristo en su palabra. También nos dice el papa francisco: “no nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida”. Que el ayuno corporal que la Iglesia nos pide en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado. No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar. No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia, esa fragilidad que nos impulsa hacia el egoísmo y a toda clase de mal, y que a lo largo de los siglos ha encontrado modos distintos para hundir al hombre en el pecado.

 

Que sean estas palabras y sentimientos las que nos ayude a crecer como discípulos del señor viviendo con intensidad la cuaresma: tiempo para Dios, en penitencia, ayuno y misericordia en preparación hacia la resurrección de nuestro señor Jesucristo.

 

 

Escrito por: Joseph Barbosa. @ConacedBogotá